El viaje de los gigantes de hierro

Los silos de carburoQuienes hace mucho que leen TecOb saben que uno de los lugares que más me atraen son las industrias, sobre todo si son antiguas. De entre todas las que conozco, existe una muy especial para mí, pues en ella trabajaron mi padre y mi abuelo. Del conocimiento de sus entrañas nació mi interés por la tecnología y la química. Hoy, por desgracia, apenas quedan restos de lo que fue el Complejo Electroquímico de Unión Española de Explosivos, posteriormente Explosivos Río Tinto y más tarde Erkimia en Guardo (Palencia). Sí, ahí ha quedado una inmensa escombrera de hidróxido cálcico, o «cal apagada» como dicen por aquí, y algunos edificios que forman ahora parte de un polígono industrial, pero de la gigantesca factoría que desde los años cuarenta proporcionó todo tipo de productos químicos al mercado internacional, apenas queda ya nada. Lo digo con nostalgia porque al menos podría haberse conservado algo en forma de museo de patrimonio industrial o similar. Hace tiempo escribí detalladamente sobre esta fábrica, así que no me repetiré.

Si visito otra vez el asunto es porque el último gran resto de este lugar tan querido para mí ha desaparecido, o al menos ha sido trasladado porque en lugar de convertirse en chatarra como el resto de las plantas, que cerraron en su mayor parte en 1985, este último gigante de metal va a ser reinstalado a unos 20 kilómetros de distancia, donde servirá para almacenar áridos en una cantera de caliza en medio de las montañas cantábricas. Sí, los silos de carburo cálcico que durante décadas guardaron en su interior el preciado producto que nacía en las entrañas de voraces hornos eléctricos de tamaño descomunal, todavía estaban ahí, mirando al cielo como si el tiempo no pasara por ellos. Sin embargo, hace pocas semanas, han sido desmantelados y, en un viaje singular, han visto mutar el paisaje a su alrededor, cambiando un área industrial por los bosques y las montañas.

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Por supuesto, en el marco de la gran industria y de la tecnología actual, esto no ha sido más que una pequeña maniobra, pero desde el punto de vista personal ha supuesto algo especial. Lamentablemente no pude ser testigo del proceso, pero gracias a un conocido que amablemente me ha cedido las fotografías de los días en que se llevó a cabo, se puede reconstruir brevemente el viaje de estos gigantes de hierro. Para ello, he utilizado una herramienta que he conocido hoy gracias a un artículo en Monsacro, se trata de una aplicación online que permite seleccionar imágenes de Flickr para crear presentaciones al estilo de las «Big Picture» del Boston Globe. Como puede verse en la galería que he preparado, el proceso de desmontaje ha sido complejo. Los cuatro grandes silos no podían transportarse completos, así que han sido seccionados para, más tarde, ser transportados con dificultad hasta la cantera, donde volverán a ser soldados y, más adelante, elevados sobre su nueva estructura de base. Al paso por las calles de Guardo se eligió una ruta óptima, pero incluso así se tuvieron que mover varios obstáculos para permitir que los camiones circularan, desde señales de tráfico a cables: Ver galería de imágenes.

El siguiente mapa muestra la ruta seguida.

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