El Aerotrén

Hace unos días me encontré de nuevo, mientras leía un periódico1, una máquina que hacía muchos años no veía. Mucho tiempo antes de que se empezara a hablar de trenes levitados magnéticamente, tipo MagLev, surgió una idea similar pero que recurría para «levitar» a un cochón de aire, como si de un aerodeslizador se tratara. El concepto, conocido como Aerotrén2, parece ser que nació en Francia. En cuanto contemplé las imágenes del periódico recordé que había visto tal cacharro en alguna parte. En pocos segundos volvió mi memoria a la niñez, recordando que en mi vieja enciclopedia infantil ya se hablaba del invento, aunque para cuando llegó a mis pequeñas manos ya era una idea prácticamente obsoleta.

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Estructura de un Aerotrén3

Como puede verse en el dibujo, el invento consistía en inyectar aire bajo la estructura del tren, para hacer que se elevara sobre su sistema conductor que no era sino una vía en forma de «T» invertida construida en hormigón. Para la propulsión se acudía a potentes motores con hélices o turbinas. En el siglo XIX, el ingeniero francés Louis Dominique Girard ya había pensado en algo parecido con su chemin de fer, en el que el tren se sustentaba por medios hidráulicos4.

La ingeniosa idea de hacer flotar un tren sobre cojines de agua no llamó mucho la atención y prácticamente se olvidó, hasta que a mediados del siglo XX otro ingeniero francés, Jean Bertin, retomó el asunto. Llegado este momento, dado que la tecnología de propulsión había avanzado mucho, no fue agua lo que empleó Bertin para desarrollar su aparato, sino aire. En el año 58 presentó su idea y primeros modelos ante la SNCF, que viene a ser como la RENFE en versión francesa. La idea impresionó y, con la financiación adecuada, se inauguró en el 65 una línea de pruebas con casi siete kilómetros de longitud en Gometz-le-Châtel, cerca de París. Los primeros modelos de Bertin eran propulsados por hélices pero, en posteriores desarrollos, se pudo comprobar que la utilización de turborreactores era ideal para aplicar a esta idea. Así, a finales del 67, un vehículo de este tipo logró surcar la «T» de hormigón a casi 350 kilómetros por hora. Ilusionado por los resultados, en pruebas posteriores y con modelos ya muy perfeccionados, se superaron los 420 kilómetros por hora5. Una maravilla, un invento genial decían, una promesa de futuro. Al final, la financiación para despegar del todo con esta tecnología no llegó, su inventor falleció en el año 75 y todo se olvidó, no sin antes haberse probado muchos tipos de configuración, como un modelo eléctrico.

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Fuente: Societé Bertin.

Aunque se comentó que el coste de operación era bastante bajo, que la inexistencia de rozamiento hacía que se pudiera pensar en alcanzar mayores velocidades y rendimientos, no se continuó adelante. En contra tenía el coste de instalación de la vía de hormigón y, sobre todo, el ruido que emitían sus propulsores. ¿Se imagina alguien pasar cerca un «cohete» flotante sobre una vía de hormigón movido por un turboreactor de avión? La versión eléctrica superó el problema, pero ya nadie pensaba en el Aerotrén como alternativa a los ferrocarriles convencionales. Curiosamente, la propia SNCF, que al principio se tomó el tema con interés, decidió que esta tecnología no era de su interés porque ponía en riesgo una apuesta en la que ya estaba invirtiendo grandes cantidades de dinero y que, en poco tiempo, vio nacer los trenes de alta velocidad TGV. Giscard d´Estaing se encargó de enterrar al Aerotrén allá por el 74 y poco más se supo. Lo poco que queda de los prototipos es prácticamente chatarra y, entre la vegetación, todavía puede contemplarse en las cercanías de Gometz la estructura de lo que fue el gran camino de hormigón ideado por Bertin. Aunque la idea fue tomada en cuenta por empresas como la estadounidense Rohr Industries, Inc. en realidad nunca despegó comercialmente.

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Modelo idealizado de Rohr Industries, Inc.

Más información, incluyendo vídeos:
Aerotrain.fr – Le plus grand documentaire multimédia sur l’Aérotrain
L´Aerotrain et les Naviplanes
Aérotrain: Les Vidéos

1Véase: A más de 400 kilómetros por hora. Suplemento Motor a Fondo, edición del lunes 31 de diciembre de 2007. El Norte de Castilla, Ed. Palencia.
2No confundir con el Aerotrain de General Motors de los años cincuenta.
3Fuente: Enciclopedia Básica Argos, Vol4. Dime cómo funciona. Ediciones Argos. Barcelona. Novena Edición. Diciembre de 1979. Página 35.
4 Véase: Le chemin de fer glissant de Louis-Dominique Girard.
5 Prueba realizada con el modelo experimental número 2 el 22 de enero de 1969, por medio de un turboreactor y un cohete auxiliar, llegándose a alcanzar los 422 kilómetros por hora.