Pomponio Mela y la geografía del mundo romano

Versión reducida del artículo que publiqué en la revista Historia de Iberia Vieja, número 92, edición de febrero de 2013.

Admitióse, en general, la forma esférica, pero sin comprender su geografía. Creíase habitar la parte superior de esta esfera, quedando desconocida la parte inferior. Uno de los más antiguos y más conocidos geógrafos, con Ptolomeo y Estrabón, Pomponius Mela, contemporáneo de Jesucristo, que escribió el libro titulado De Situ Orbis (…) habla de los antichtonos o habitantes desconocidos del hemisferio austral.

Comentario de Flammarion sobre Pomponio Mela aparecido en
Revista de Navegación y Comercio el 30 de octubre de 1894.

Un orgulloso vecino de Tingentera

Varios son los autores relacionados con asuntos geográficos que, habiendo vivido en la época de esplendor de la Roma imperial, todavía hoy son célebres. He ahí, por ejemplo, al gran Plinio el Viejo, o el no menos renombrado Estrabón. También nos llegan los ecos de las precisas descripciones de Grecia redactadas por Pausanias hacia el siglo II, o las escenas de tierras del Imperio Parto obra de Isidoro de Cárax. Se pueden mencionar otros personajes célebres de entonces cuya pasión era la descripción del mundo como Claudio Ptolomeo pero si de lo que se trata aquí es de mirar a Hispania, ¿qué nos encontramos? Pues, nada más y nada menos, que con uno de los geógrafos más enigmáticos y desconocidos de la antigüedad, un hombre que presumía en su obra de haber nacido en la ciudad bética de Tingentera, la actual Algeciras.

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Reconstrucción ideal de la geografía de Pomponio Mela, por Carlos Fernández Antón.

Se trataba de Pomponio Mela, o Pomponius Mela en latín, un geógrafo que vivió allá por el siglo I y que posiblemente falleció en torno al año 45 d.C. Vale, hasta ahí puedo contar, porque prácticamente es lo que se sabe de este personaje. ¿Eso es todo, apenas una línea para hablar de un hombre que vivió en la época del emperador Claudio? Si a su biografía nos referimos, poco más se puede escribir desde la certeza de los escasos datos sobre su vida que nos han llegado. Pero, sorpresa, sí han sobrevivido algunos de sus escritos y es ahí donde se encuentra vivo el recuerdo de Pomponio Mela, veamos qué tesoros nos aguardan en sus letras.

Una descripción del mundo antiguo

La obra de Pomponio Mela es considerada como todo un esfuerzo de síntesis geográfica, muy primitiva eso sí, con pocos puntos en común con lo que hoy se considera como labor de un geógrafo. Mela llevó a la vida su obra De Chorographia, o De situ orbis (algo así como Sobre los lugares del mundo), en tres volúmenes, con la intención de describir Hispania, la Galia, Germania, África y Asia. Por desgracia, es demasiado breve en muchas ocasiones y carece de un orden o de indicaciones de localización precisas para la mayor parte de los lugares que describe, por lo que se trata de una obra enigmática y compleja. Y, ya se sabe, no hay nada peor a la hora de buscar un lugar que contar con mapas erróneos. No es que Pomponio cometiera errores, sino que más bien sus descripciones no ayudan mucho a la hora de construir esos mapas, con lo que la tarea de traducir al mundo real sus indicaciones torna en labor hercúlea.

Sin embargo, De Chorographia no es un caos, ni mucho menos, y sus descripciones de pueblos y lugares fueron tenidos muy en cuenta por otros importantes autores posteriores como el mismísimo Plinio el Viejo y hasta muchos siglos más tarde su obra continuó siendo referencia en materia geográfica. Naturalmente, las versiones de esta obra que han llegado a nuestros días son copias relativamente recientes de la misma. La más antigua de esas copias, al menos que se conozca hoy día, fue publicada en Milán en 1471. Posteriormente, a lo largo de los siglos XVI y XVII fueron muchas las copias de gran calidad que se extendieron por toda Europa, haciendo que la fama del añejo geógrafo romano creciera por doquier. ¿Por qué tanto interés en un autor del que apenas se conoce nada? Muy sencillo: su obra fue de las que abren caminos. Mela no sólo fue citado por Plinio el Viejo en su Historia Natural, sino que durante la Edad Media logró sobrevivir para convertirse en icono de la geografía antigua, e incluso se ha llegado a afirmar que influyó en Shakespeare.

Pomponio Mela exhibe un estilo directo, a veces demasiado escueto y técnico, incluso para su propio gusto ya que él mismo indicaba su querencia por la retórica. Su visión del mundo se sitúa al principio del tiempo del emperador Claudio, con la expansión romana por Britania como principal referencia que nos hace poder situar la obra en un marco cronológico adecuado.

En el primero de los volúmenes se describe el mundo y sus grandes zonas y se habla de hipotéticos habitantes del hemisferio sur allá en las tierras templadas australes, pues sólo se conocían las tierras de la zona templada boreal. Curiosa forma de dividir el planeta que continúa con detalles acerca de los continentes conocidos, Europa, Áfria y Asia, y de los mares que acogen, a su vez rodeados por un inmenso y desconocido océano. A continuación se desarrolla un periplo que parte del hogar del geógrafo, en el Estrecho de Gibraltar para, a modo de viaje costero, ir describiendo gran parte del Mediterráneo. Los otros dos volúmenes ahondan en los detalles de todos los países conocidos, desde Hispania y la Galia hasta Germania, Britania y las tierras orientales llegando hasta el Indo y el Ganges. Aparece también el norte de África y Arabia.

Y, he aquí que esta obra sencilla y directa puede considerarse como el primer libro de geografía propiamente dicho que sea conocido de mano de un autor latino. Naturalmente, el escritor no recorrió el mundo para describirlo, sino que parte de sus antecesores griegos y romanos para, a modo de recopilación detallada, intentar dar una visión neutra y clara del mundo en su tiempo. Menciona cientos de topónimos, características económicas de los territorios y otros detalles singulares como leyendas y referencias históricas o de fenómenos naturales pero, curiosamente, no ofrece distancias y algunos datos son claramente contradictorios. Además, no nos legó ningún mapa preciso, simplemente una especie de gran listado que muy bien podría haber formado un índice de topónimos en un gran atlas visual. Una pena que no nos hayan llegado los mapas que, a buen seguro, empleó en la elaboración de su obra.

Nuevamente, cabe preguntarse, ¿no es más que una lista de lugares y curiosidades? Sí, pero una lista muy especial. No sólo ofrece una pincelada única de lo que era el mundo romano y su entorno en el siglo I, sino que encierra algunos enigmas realmente sugestivos. Ahí está, por ejemplo, la traducción al español que viera la luz en 1644 de la mano de José Antonio González de Salas. Esta traducción no es obra de un cualquiera pues González de Salas alcanzó grandes alturas de erudición y conocía a la perfección latín, griego y hebreo, aunque no por ello su carácter iba en consonancia con esa brillantez, pues se dice que era personaje oscuro y hasta antipático. En esa edición traducida de la obra del geógrafo romano, comentada cada poco por el propio González de Salas, se mencionan ciertas tierras lejanas y el legendario viaje del cartaginés Hanno, junto con otros detalles como las citas a islas que parecen ser las Canarias o las islas de Cabo Verde y, he aquí lo más llamativo, una descripción de ciertas tierras que hay quien ha identificado de forma muy arriesgada con América. Se cuenta que el propio Cristóbal Colón había consultado a Pomponio Mela, aunque es un dato que no puede darse por seguro. ¿Habría encontrado en su obra alguna inspiración para viajar al nuevo mundo? Sea como fuere, y lejos de discusiones más o menos fantasiosas, la obra de Pomponio Mela queda como descripción prácticamente única de una época y un mundo ya muy lejanos.

Ars Ingenivs y la Tabula Peutingeriana

tabula_1Conocí el verano pasado al ingeniero topógrafo Carlos Fernández Antón, de Ars Ingenivs, en una de las conferencias sobre ingeniería romana que tuvieron lugar en la palentina Villa Romana de La Olmeda. Desde ese momento me cautivó su arte y su sapiencia. Carlos es uno de los mejores especialistas que conozco en reconstrucción de tecnología romana y su gusto por el detalle, la precisión y el rigor histórico roza lo obsesivo, cosa que se agradece cuando se está ante sus magníficas obras. He ahí, por ejemplo, la reproducción de un mapa del renacimiento basado en la obra de Pomponio realizada por Ars Ingenivs y que ilustra este artículo.

Pero, sobre todo, hay una pieza muy especial que asombra. Se trata de su reproducción de la Tabula Peutingeriana, una de las pocas reconstrucciones existentes, que podemos contemplar desplegada en la fotografía. Pocos se han atrevido a reconstruir esta “guía de carreteras” romana con tanta precisión y amor por el detalle. La Tabula Peutingeriana es una maravilla que ha llegado a nosotros fragmentada. Se trata de un mapa medieval bautizado así en honor del humanista alemán del siglo XVI Konrad Peutinger, que reproduce un mapa romano del siglo IV que era empleado como guía para viajeros que transitaran por las vías imperiales. Ver la traducción material de este mapa realizada por Ars Ingenivs es toda una experiencia, algo así como saborear un pedazo de la antigua roma que ha viajado en el tiempo hasta nuestros días.