Ballena volante

Todo tiene un principio. Las actuales aeronaves «invisibles» diseñadas con la tecnología stealth capaces de eludir el escrutinio de radares y otros sensores que intentan cazarlas al vuelo, no nacieron como ahora las conocemos. Los famosos B-2 o el F-117A tuvieron un olvidado predecesor que sirvió como vehículo para demostrar las capacidades de los ángulos radicales en el fuselaje o los recubrimientos especiales, a la hora de dispersar las señales electromagnéticas de los radares, además de reducir su firma de calor por medio de sistemas de escape de gases especiales.

Mucha gente opina que el F-117A es un avión feo, hay quien comentó que era la cosa volante más fea que habían visto nunca. Puede que, al ver al Northrop Tacit Blue, cambiaran de opinión. Cariñosamente apodado como la ballena, el Tacit Blue sirvió para probar la tecnología stealth. Su existencia fue desvelada por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1996, aunque hacía muchos años que había nacido.

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Durante mucho tiempo, este demostrador se utilizó para probar todo tipo de tecnología «invisible», además de los sistemas de control de vuelo que, por ejemplo, permiten al F-117A surcar los cielos sin que el vuelo se convierta en una pesadilla para el piloto, dado lo inestable que se muestra en el aire. Repleto de sensores y sistemas de registro de datos, realizó más de un centenar de vuelos de prueba desde febrero de 1982. Hoy, como no podía ser de otro modo, se ha convertido en pieza de museo.