La vida en el megabloque

El día 23 de julio de 2006 publiqué en TecOb un artículo referido a lo que llamé «el megabloque». Quedó claro entonces que vivir en el interior del ya demolido monstruo urbano de Kowloon Walled City debía ser poco menos que una pesadilla pero, la verdad, una cosa es imaginarlo y otra muy diferente verlo, aunque sea en vídeo. Hoy, gracias a una anotación de Boiteaoutils, voy a recuperar el tema de forma especial. En primer lugar vuelvo a publicar el texto del artículo de hace casi cuatro años para, a continuación, añadir un documental en vídeo sobre la vida en el interior del megabloque. Vale, son cuarenta minutos de vídeo dividido en cuatro partes, grabado en 1989 y de procedencia alemana, o austríaca, pero incluso aunque no se entienda el audio creo que merece la pena contemplar lo que, una vez, fue el lugar más densamente poblado de la Tierra…

Quien se encuentre agobiado ante esa insoportable comunidad de vecinos en la que habita, quien sienta cómo la cabeza palpita hasta el borde de la explosión al sentir el inhumano peso de los muros de hormigón de su bloque de pisos, quien, en suma, odie esos enjambres humanos… pues nada, que piense en la posibilidad de haber vivido en un lugar mucho peor. Por favor, atiendan los desconsolados con pisos de cuarenta metros cuadrados a la siguiente fotografía de un pasado no muy lejano…

Walled-City

Se trata de lo que yo llamaría «el megabloque», título para una película imaginaria de terror urbano. ¿Y dónde se encuentra esta monstruosidad? En ninguna parte, porque ya pasó a mejor vida, ahora es un parque… ¡Pero realmente existió! Kowloon Walled City, como puede suponerse, se trató de una monstruosidad urbanística localizada en China, más concretamente en la Honk Kong de dominio británico. Se trataba de todo un «quiste», un enclave de dominio chino en el medio de las tierras de su Majestad la Reina. Kowloon, o Walled City -lo de «walled» supongo que vendrá a ser «amurallado»-, inicialmente fue un fortín, dedicado a la defensa de la costa contra piratas y, a la vez, como puesto comercial para su producto estrella, la sal. Con el paso de los años, hacia mediados del siglo XIX, pasó a ser un verdadero fuerte militar, situado en la Península Kowloon de Hong Kong. En 1842, gracias al Tratado de Nanjing, cedieron todo el área a los británicos. Hong Kong pasó así a convertirse en una joya más del Imperio Británico y, según el reparto de tierras del convenio de 1898 con los chinos, el «alquiler», por llamarlo de alguna manera, se mantendría por 99 años. Pero, al igual que la aldea gala de Asterix, un pequeño reducto chino, el viejo fuerte, permaneció bajo su dominio, rodeado de territorio británico y, a pesar de un ataque de éstos, de la caída del Emperador, del dominio japonés y de la revolución comunista… aguantó.

Como el resto de Hong Kong, el fuerte creció, pero no lo hizo como el resto. Se convirtió en un bloque de pisos, no muy alto, caótico, con porciones añadidas sobre el resto formando una maraña de lo más desordenado y, para colmo, se acusó al lugar de ser nido del crímen, lo que contribuyó a más de un lío diplomático. El inextricable laberinto de corredores evolucionó a su libre albedrío, como puede verse en la foto, con sus callejuelas subterráneas, sus escaleras sin fin, sus pisitos de mil esquinas. Si alguna vez la «libertad» urbanística ha sido dueña y señora absoluta, aquí ha sido donde mejor ha podido desarrollarse, creando un engendro en el que, a principios de los años ochenta, llegaron a vivir enlatadas más de 35.000 personas. ¿Se imagina alguien una comunidad de vecinos de ese tamaño?

Pero, con la vuelta del gran Hong Kong a China, el megabloque perdió su razón de ser, a saber, actuar de mosca zumbante y pesadísima en los mismísimos oídos del gobernador británico. La ciudad sin ley en que se había transformado, con casinos, burdeles, puestos de venta de droga y factorías ilegales, además de clínicas de dudosa reputación, fue demolida en el 93, pocos años antes de la «devolución» de la colonia, aprovechandose las explosiones como telón de fondo para una película de Jackie Chan. Así, a principios de los noventa, hubo que desalojar a todos sus habitantes, uno 50.000, o lo que es lo mismo, se vació el lugar con mayor densidad de población de la Tierra -1.900.000 habitantes por kilómetro cuadrado- para pasar a ser un parque urbano.

Más información: Kowloon Walled City

A continuación, el vídeo: