Jerónimo Megías, el médico español que dio la vuelta al mundo en el Graf Zeppelin

Jerónimo y Jacinto Megías, hermanos canarios, médicos y bacteriólogos de renombre se convirtieron por méritos propios en dos de las figuras intelectuales más asombrosas de la España de la primera mitad del siglo XX. Pero, además, Jerónimo Megías también sentía una pasión por la aventura que le llevó a ser el único español en un vuelo mítico: el viaje alrededor del mundo del Graf Zeppelin.


Versión para TecOb del artículo que publiqué en la revista Historia de Iberia Vieja, edición de agosto de 2017.

Mapa del itinerario del Graf Zeppelin en su vuelta al mundo, tomado del libro de Jerónimo Megías, 1929.
Mapa del itinerario del Graf Zeppelin en su vuelta al mundo, tomado del libro de Jerónimo Megías, 1929.
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Allí estaba, delante de mí, un apasionante libro dedicado al rey Alfonso XIII y escrito por un personaje increíble, desbordante de pasión por la vida. Gracias a Francisco Gimeno cayó en mis manos la obra del doctor Jerónimo Megías titulada La primera vuelta al mundo en el Graf Zeppelin. Toda una aventura que tuvo lugar entre el 15 de agosto y el 4 de septiembre de 1929 y que bien merece buen recuerdo. Tal y como comentaba el propio Megías acerca de la nave en la que surcó los cielos alrededor del planeta:

Considero al Graf Zeppelin como un cetáceo colosal que, en vez de contar con el agua como medio, vive en el espacio, nada en el aire. El monstruo tiene enormes ojos; acaso sus órganos más interesantes son los ventanales del puesto de mando; las ventanas laterales, que corresponden al departamento de los servicios meteorológicos, equivalen a las narices, allí se huelen, se olfatean las tormentas.


Los doctores Megías: entre la ciencia y la aventura

El doctor Jerónimo Megías
El doctor Jerónimo Megías.

Jerónimo y Jacinto Megías, doctores en medicina, cuya curiosidad fue insaciable, vinieron al mundo en las Canarias. Jerónimo Megías, nacido en 1880 y fallecido en 1932, llegó al mundo en Las Palmas de Gran Canaria. Estudió medicina en Madrid con luminarias como Gregorio Marañón. Junto a su formación médica, Jerónimo se apasionó con el mundo de la bacteriología trabajando con el Doctor Llorente. Fruto de esa colaboración fue la elaboración de diversos sueros y vacunas. Sus investigaciones le llevaron incluso a estudiar bacteriología en el Instituto Pasteur en París, donde conoció a lo más granado de su campo. Su trabajo con Llorente y otros científicos impulsó la introducción de nuevas técnicas para elaborar vacunas en España. Ahora bien, además de una incesante labor médica y científica, a Jerónimo Megías le apasionaba la aventura. Junto a su vuelo alrededor del mundo en el Graf Zeppelin, recorrió gran parte de Europa y África, así como lejanos lugares de Asia y América. Viajó también alrededor del mundo en el transatlántico Franconia, junto a Blasco Ibáñez.

Su hermano, Jacinto Megías, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1888 y fallecido en 1956, siguió también el camino de la formación médica. Trabajó igualmente con el doctor Llorente y con Jerónimo en el campo de la bacteriología, llegando a ocupar numerosos cargos universitarios en el mundo médico. Junto a su labor en el Instituto Llorente, llegó a ser médico de la Casa Real. Publicó numerosas obras médicas de gran impacto internacional. Cabe mencionar que patentó diversos métodos de obtención de sueros y vacunas, así como varios tipos de aguja para inyecciones intravenosas y contenedores de ampollas farmacéuticas. Dicho esto, queda claro que nos encontramos ante un tándem impresionante: dos hermanos que siguieron caminos paralelos y cuya pasión por el conocimiento y la vida no tenían límites.


La vuelta al mundo del Graf Zeppelin

Durante los años veinte y hasta bien entrados los treinta, en concreto hasta la catástrofe del gigantesco navío volante repleto de hidrógeno LZ 129 Hindenburg mientras se aproximaba a tierra en Nueva Jersey el 6 de mayo de 1937, los grandes dirigibles fueron los reyes del cielo. Cierto es que ya por entonces existían multitud de modelos de aeroplano capaces de realizar todo tipo de trabajos aéreos de forma eficiente, pero la estampa de los monstruos del aire como el malogrado Hindenburg no tenía rival.

El primero de los grandes dirigibles alemanes destinado a realizar vuelos intercontinentales fue el célebre LZ 127 Graf Zeppelin, todo un palacio volante con capacidad para 20 pasajeros y dotado de una tripulación de más de 40 personas. Con una longitud superior a los 236 metros y un diámetro que superaba los 30 metros, su vuelo constituía un espectáculo sin igual en su tiempo. Animado por cinco potentes motores Maybach de 550 CV, el Graf Zeppelin se acercaba a los 128 kilómetros por hora de velocidad máxima.

Graf Zeppelin
El Graf Zeppelin.

El LZ 127, que voló por primera vez el 18 de septiembre de 1928, realizó cientos de viajes por todo el mundo, incluyendo una línea regular a través del Atlántico hacia Sudamérica para transportar pasajeros, carga y correo, no sufriendo hasta su retirada en 1937 ningún percance de mención ni pérdidas humanas. Bautizado en honor del pionero de los dirigibles Ferdinand von Zeppelin, o “Conde” (Graf) Zeppelin, a la sazón fundador de la compañía que construyó toda aquella serie de grandes dirigibles alemanes, el LZ 127 logró realizar un vuelo alrededor del mundo de 21 días. La apuesta era arriesgada, pues en mayo de 1929 la nave comandada por Hugo Eckener hubo de interrumpir un viaje hacia América en las cercanías de la costa española por un grave problema con sus motores.

Bajo el patrocinio del magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst, que veía un buen negocio en este tipo de iniciativas, partió el gran dirigible para dar la vuelta al mundo el 15 de agosto de 1929 con un pasaje muy especial. No sólo se trataba de lograr publicidad, sino también beneficios gracias al transporte de correo y la emisión de sellos y venta de recuerdos. Los periódicos de Hearst se encargaron de anunciar a los cuatro vientos las aventuras de la nave según iba recorriendo los cielos del hemisferio norte del planeta además de, claro está, guardar la exclusiva durante cierto tiempo. Entre los privilegiados que volaron en aquella aventura estaba la periodista británica, enviada por Hearst entre otros colegas, Lady Hay Drummond-Hay, que se convirtió así en la primera mujer en dar la vuelta al mundo volando.

Lady Grace Drummond-Hay
Lady Grace Drummond-Hay en el puente de mando del Graf Zeppelin.

Por su parte, el gobierno de los Estados Unidos envió a dos oficiales como observadores. Allí estuvieron también el intrépido reportero francés Léo Gerville-Réache, que escribió una amplia crónica del viaje, representantes del Japón y varios turistas que disfrutaron de un recorrido global de varios tramos desde Alemania, volando sobre la URSS hacia Tokio, saltando sobre el Pacífico hasta Los Ángeles y de vuelta a Alemania por el Atlántico.

Imagen cercana del Graf Zeppelin
Imagen cercana del Graf Zeppelin.

El gran dirigible, que llevaba por todo el mundo el espíritu de recuperación de una Alemania destruida tras la Primera Guerra Mundial, fue acogido allá donde llegaba con gran entusiasmo, entre multitudes y fiestas. Y, en su lujoso interior… ¡sorpresa! Había un español: nuestro Jerónimo Megías, que compartió la cabina número 9 con un geógrafo ruso, Karklin, delegado de la Unión Soviética. La situación con el ruso era bastante cómica, pues ni hablaba francés, ni inglés ni alemán, por lo que debía hacerse entender por señas con el comandante Eckener y con el propio Megías. El médico canario tuvo que pagar 7.000 dólares para conseguir el billete para aquel inolvidable viaje. Y, así, norteamericanos, alemanes, japoneses, un francés, un español, el mencionado geógrafo ruso, un suizo y hasta un australiano, recorrieron los cielos boreales, pasándolo mal en ocasiones, como cuando casi son tragados por una tormenta en medio del Pacífico. En palabras de Megías:

El comandante nos facilitó los siguientes datos: De Tokio a San Francisco, 68 horas y 51 minutos. Kilómetros recorridos hasta ahora, 8.673. Máxima velocidad alcanzada, 175 kilómetros por hora. Casi todo el trayecto entre nieblas y quince minutos en grave peligro, luchando con un tifón.


Billete de embarque.
El billete de 7.000 dólares con el que Megías consiguió embarcar en el dirigible alrededor del mundo.

De la partida en Friedrichshafen, Alemania, la nave cruzó la Unión Soviética sobre Siberia hasta llegar a su primera parada multitudinaria, Tokio, tras casi cien horas de vuelo consecutivo y más de 10.000 kilómetros recorridos. La llegada a la capital japonesa fue grandiosa y durante varios días los pasajeros fueron agasajados con todo tipo de atenciones. Era un lugar apasionante y había que llevar algún recuerdo pero, claro está, en un dirigible hay que tener cuidado con el peso extra:

Muchos pasajeros adquirieron en Tokio recuerdos exóticos para regalar a sus familias y a sus amigos; el equipaje había aumentado de volumen, se había hinchado. Pero ¡oh sorpresa! Al pie de la escalerilla de subida al Zeppelin nos aguardaba sonriente el oficial Lehmann; junto a él, una báscula y un servidor del dirigible. El equipaje se repesaba, si el aumento sobre los veinte kilos era pequeño, se hacía la vista gorda, pero si el aumento era grande, se establecía el dilema: pagar una exorbitante cantidad por cada kilo de exceso de equipaje o renunciar a la mercancía, regalándola o abandonándola…


Más tarde, sobrepasado el océano Pacífico y tras sortear algún que otro peligro, como he mencionado, el Graf Zeppelin llegó a Los Ángeles, en los Estados Unidos. La fiesta que se montó en Hollywood fue impresionante…

En torno de centenares de mesitas congréganse hasta dos mil personas, las más destacadas de este país del dólar; entre ellas se encuentra el famoso Charles Chaplin. Jamás he visto tanta cantidad de mujeres hermosas. Dijérase que los millonarios son imanes para las bellezas mundiales. La música resuena; luego enmudece y comienzan los discursos; pero, al final, falta ese desbordamiento expansivo que se advierte en casi todos los países del mundo cuando se llega a los postres de un banquete y suenan los taponazos del Champaña y principian a servirse los licores. Estamos en Norteamérica, donde se acata y se cumple la ley seca. Los abstemios no alborotan…


Tras sobrevolar los Estados Unidos, pasando por Nueva York, la aventura concluyó con el paso sobre el Atlántico, de nuevo en Alemania, tras recorrer entre nubes casi 34.000 kilómetros.

Viajeros del Graf Zeppelin.
Frente al Graf Zeppelin, en el fallido viaje anterior al de la vuelta al mundo, aparecen frente a la nave varios pasajeros y el comandante Eckner (marcado con “2”). Jerónimo Megías está marcado con “1”. Fuente: La Estampa, 6-8-1929.

Leer online el libro de Jerónimo Megías: La primera vuelta al mundo en el Graf Zeppelin. 1929.