Noherlesoom, el astrónomo del pueblo

Versión para la web del artículo que publiqué en el número de diciembre de 2008 de Historia de Iberia Vieja.

Jamás hombre alguno fue tan combatido en su prestigio científico como León Hermoso. Sus partidarios llegaron hasta concederle la virtud de la adivinación, sus enemigos hasta negarle el conocimiento de las cuatro reglas. Ni uno ni otro. Era sencillamente un hombre estudioso, gran calculista y matemático, suscrito a las principales revistas europeas y que seguía, por ende, al día el movimiento de su especialidad en la ciencia.

La Dinastía, Barcelona, Domingo 8 de Agosto de 1897.

Me fascina indagar sobre la vida de personajes casi olvidados, que en su época alcanzaron algún reconocimiento, o incluso celebridad, pero que, andando el tiempo, han caído en la desmemoria, quedando sus nombres y gestas guardados únicamente en viejos papeles. El caso que hoy me ocupa viene a las presentes líneas tanto por esa fascinación por personajes olvidados como por cierto toque emocional muy personal. Por azar, repasando algunos artículos en la Revista del Aficionado a la Meteorología, encontré hace tiempo uno muy especial publicado en 2005 por Manuel Palomares Calderón y Francisco Martín León. Bajo el título Francisco León Hermoso, alias “Noherlesoom”. El primer “hombre del tiempo” en España, estos autores repasan algunos de los episodios de la vida del tal Francisco León, de quien todo desconocía hasta entonces. El tema era atractivo, pero no más que otros muchos que rescatan del túnel del tiempo a oscuros personajes, iría pues directo al cajón donde guardo las fichas de muchos sujetos asombrosos, en espera de contar con tiempo para escarbar un poco en sus biografías. Pero este caso era especial, resultó que este “hombre del tiempo” había nacido en Santa Cecilia del Alcor, un pueblecito palentino cercano a Palencia y muy próximo al pueblo de mi madre y abuelos maternos. Bastó este detalle personal para que me lanzara a hacer un humilde barrido bibliográfico por viejos papeles, fruto del cual nacen estas apresuradas letras.

El astrónomo de Santa Cecilia del Alcor

imgEl paso de los años se ha encargado de ir borrando las huellas de Noherlesoom, seudónimo elegido por Francisco León Hermoso para darse a conocer. En su época, durante la segunda mitad del siglo XIX, fue sin duda el “hombre del tiempo” más famoso de España. A través de la publicación de su Boletín Meteorológico, logró fama y, también, disgustos. Desde que comenzara a explorar los caprichos del tiempo, de forma autodidacta, publicando columnas con previsiones meteorológicas desde la década de los ochenta decimonónica, su fama no dejó de crecer. Su boletín, claro y directo, ilustrado con mapas meteorológicos, seguía la estela de algunas publicaciones europeas pero, sobre todo, era osado y hasta temerario, porque se atrevía a dar predicciones con varias semanas de adelanto, cosa que incluso hoy día es complicado para la ciencia meteorológica. A veces acertaba, otras no, pero su empeño en llevar a la vida el famoso boletín dio sus frutos.

Si bien logró el título periodístico de astrónomo, en realidad su formación académica lejos estuvo de títulos y doctorados de cualquier tipo, lo que fue motivo de enemistad con el estamento científico “oficial”. Francisco llegó a este mundo en el ya nombrado pueblecito palentino el 17 de septiembre de 1843 y desde muy temprano mostró intereses poco comunes si los comparamos con los de sus vecinos y familiares. Según crónicas de quienes le conocieron, o escucharon historias de sus mayores, como la que publicó la revista Estampa el 22 de julio de 1933, el jovencito aprendiz de meteorólogo ya construía cometas y estudiaba la evolución de las nubes y las estrellas desde pequeño. Cierto espíritu curioso tuvo que tener, ciertamente, el que se convertiría en pionero de la meteorología española, pero poco es lo que se conoce con certeza sobre su vida.

Según las fuentes que se consulten, podemos elegir varios caminos para hacernos una idea sobre su vida, pero no habrá mucho que sacar en claro. Si acaso, queda su tendencia hacia lo humilde, casi diríase que estaba dotado de una querencia por la sobriedad, como marca de carácter fundamental en su vida. Dicen que cursó estudios de Derecho en Valladolid, pero también se dice que fue a Salamanca a seguir la carrera eclesiástica. Ahora bien, poco importa esta primera formación, porque el futuro “hombre del tiempo” siempre estaba, literalmente, en las nubes. La astronomía era su pasión, y por ella abandonó su carrera. Leía todo tipo de libros y publicaciones sobre la incipiente ciencia de la meteorología que cayeron en sus manos y, con el tiempo, se convirtió en un experto dotado de una capacidad de análisis y predicción sorprendente. Leía en los detalles de la naturaleza, subía altozanos para interrogar a los cielos, observaba con cuidado los rastros de una helada para pronosticar futuros eventos meteorológicos, asombraba a sus vecinos construyendo pequeños globos con los que, decían, “se comunicaba con los cielos”. Podría calificarse de excéntrico su comportamiento porque, ¿cómo hemos de llamar a alguien que es capaz de estar encerrado en una caseta de madera en medio de una era en el invierno castellano, durante varios días, simplemente para observar el movimiento de los astros o las características de auroras y ocasos? Pensaron algunos de sus familiares y vecinos que hacía tales cosas como penitencia por haber abandonado su camino hacia el sacerdocio, pero en realidad lo que se traía entre manos era el desarrollo de todo un método muy personal de observar y predecir el tiempo.

El ignoto Noherlesoom

Francisco, una vez abandonados los estudios y lejos de su pueblo, se convirtió en una celebridad en Madrid gracias a su boletín. Pero, claro está, había que aparentar ser algo más que un sencillo estudiante palentino, sin una moneda en el bolsillo, para lograr reconocimiento. La primera maniobra para lograr su objetivo fue firmar con un nombre enigmático, Noherlesoom, anagrama surgido de sus apellidos, León Hermoso. Dado lo afinado de su pluma a la hora de redactar previsiones del tiempo, consiguió fama con rapidez pero, precisamente por su seudónimo y personalidad cerrada y enigmática, su persona fue motivo de confusiones de lo más curioso. He aquí, por ejemplo, lo publicado en La Dinastía, el Lunes 27 de Febrero de 1888:

El astrónomo conocido como Noherlesoom, que ha adquirido ya celebridad por la exactitud de sus vaticinios, no es, como se le suponía, inglés o norteamericano, sino español y natural de Valladolid. Cambió su nombre de León Hermoso por el que ahora usa. Desistió de hacer oposiciones a una cátedra de astronomía de la Universidad Central por las dificultades que le suscitó un ministro de Fomento, y como remuneración a sus trabajosos estudios recibe 30 duros mensuales que le da un periódico de Madrid por anunciar las variaciones atmosféricas.

Como puede verse, la prensa de la época desconocía casi por completo al personaje, porque su cerrazón no dejaba más que un resquicio a la imaginación. Ni era vallisoletano ni, por supuesto, americano. Este último error era muy común y, en realidad, fue buscado por Noherlesoom, pues nombre tan extraño debía sonar “extranjero”, o sea, prestigioso, mucho más que Francisco León, porque ya se sabe, nadie es profeta en su tierra. A pesar de su prestigio en los medios y entre la gente común, las academias le cerraron sus puertas y litigaron en su contra. El propio Francisco lanzó un reto, en carta pública, a Don Miguel Merino, director del Observatorio de Madrid, invitando a tan ilustre personaje a discutir, de palabra o por escrito, sobre la ciencia meteorológica y sus prácticas.

La muerte de Noherlesoom

Publicaba El Imparcial el Martes 27 de Julio de 1897 la siguiente nota necrológica que nos muestra la celebridad alcanzada por Francisco León en su época:

El popular vaticinador del tiempo, D. Francisco León Hermoso, ha fallecido anteanoche en Lourdes, a donde había ido en cumplimiento de una devota promesa. Diose a conocer el Sr. León Hermoso en El Siglo Futuro, por sus interesantes trabajos sobre meteorología. Después adoptó el anagrama de Noherlesoom, con el que se hizo famoso. Aunque la meteorología no sea aun una ciencia con principios conocidos, no deja de constituir materia interesante de estudios y observaciones, por virtud de las que algunas veces llegó Noherlesoom a anunciar fenómenos que vinieron a comprobar la exactitud de sus predicciones. Entre otros casos hállase el de la predicción de la lluvia en Madrid, cuando, por efecto de larga y ruinosa sequía fueron sacados en procesión los restos mortales de San Isidro Labrador. Este y otros aciertos habían dado a Noherlesoom suma popularidad.(…) La revista quincenal que hace algunos años fundó, con el título de Boletín Meteorológico, ha llegado a conseguir considerable circulación. Están suscritos a ella muchos centros agrícolas, no pocos labradores y hasta algunos establecimientos de enseñanza…