Un cartógrafo, dos geólogos y una teoría moribunda

El austríaco Heinrich C. Berann, fallecido a los 81 años en 1999, es uno de mis cartógrafos de cabecera. Claro que, dejarlo así es quedarse muy cojo. No sólo fue uno de los cartógrafos más admirados del siglo XX, sino también un artista plástico de primer orden, padre de los mapas panorámicos modernos, nunca dejó de aprender y experimentar. Su técnica reunía lo mejor de la cartografía con un toque artístico único, con obras que siempre realizaba a mano. He aquí, por ejemplo, un panorama cartográfico del parque de Yellowstone.

Yellowstone
| Ampliar imagen | Fuente: Wikimedia Commons.

Impresionante, como toda su obra. Pero no tendría más misterio, ni mucho sentido mencionarlo en TecOb, si no fuera porque uno de sus mapas tuvo mucho que ver con dar la puntilla a una teoría geológica moribunda, a pesar de que el dichoso mapa fue encargado precisamente para cumplir lo contrario. El mapa, que es ya todo un clásico con diversas versiones, es el que aparece a continuación y fue creado por Heinrich C. Berann con la intención de mostrar visualmente el conocimiento que de los fondos marinos existía hacia los años sesenta del siglo pasado.

Océanos

En el mapa aparecían por primera vez representadas con detalle las maravillas del fondo oceánico. Esta maravilla fue encargada a Heinrich C. Berann por dos de los más importantes geólogos del siglo XX, Bruce C. Heezen y Marie Tharp, quienes facilitaron todo su saber cartográfico y oceanográfico a la hora de dar vida al mapa, que fue publicado finalmente en 1977. Heezen falleció ese mismo año, cuando el mapa empezó a ser conocido, mientras viajaba a bordo del submarino nuclear de investigación NR-1. No pudo, por tanto, enterarse de que el mapa de Heinrich C. Berann se estaba convirtiendo en una joya que apoyaba el viejo sueño de Alfred Wegener, con la teoría de la deriva continental y la teoría de la expansión del suelo oceánico, que son los mecanismos actualmente aceptados para explicar la formación de los continentes terrestres y de la corteza oceánica.

La gracia de todo el asunto se encuentra en que, tanto Heezen como Tharp plantearon crear ese mapa en su época para, precisamente, dejar de lado a Wegener. Los dos geólogos eran partidarios de la teoría de la expansión de la Tierra, según la cual había sido un aumento en el volumen de nuestro planeta lo que había originado los continentes. Pero, tras tantos años de acumular datos y después del imponente trabajo visual del cartógrafo austríaco, quedó claro que Wegener tenía razón. Ahí aparecían con claridad las dorsales oceánicas y se intuían las áreas de subducción. Marie Tharp se dio cuenta pronto que la deriva continental y la tectónica de placas habían ganado la partida, dando por muerta, desde entonces y salvo algún que otro grito lejanos de algunos herejes, a la teoría de la Tierra en expansión.