Janet Taylor y la calculadora para marinos

calculadora_janet_taylorHe aquí una página de la historia de la técnica muy poco conocida pero fascinante. Todo comenzó el 22 de octubre de 1707, cuando la flota inglesa de Sir Cloudesley Shovell navegaba por las cercanías de las Islas Sorlingas, en el extremo suroeste del Reino Unido. Ese día terminaron en el fondo del Atlántico cuatro grandes naves y perecieron casi 1.500 marineros.

El desastre sacudió Inglaterra como un rayo, y los ecos de tan oscuro día de tormenta que llevó a pique una flamante flota de combate resonaron durante décadas. Se comentó desde un primer momento que la tragedia tuvo su causa en un error a la hora de calcular la posición de la flota, en concreto lo más problemático había sido el cálculo de la longitud geográfica, algo muy complicado y poco preciso en la época. Con el tiempo se determinó que realmente el problema de localización había sido más complejo y no sólo era cuestión de una longitud equivocada, pero la idea prendió en la mente de los legisladores británicos que, tras mucho darle vueltas a la cabeza, terminaron por crear una célebre competición para descubrir la mejor forma de calcular la longitud en alta mar.

Esa es otra historia, muy conocida por cierto, así que no me iré por las ramas. Lo importante del eco del hundimiento de la flota del Almirante Shovell fue que, durante décadas, cientos de relojeros, técnicos, artesanos, científicos y aventureros de todo tipo se dedicaron a diseñar todo tipo de relojes o artilugios capaces de determinar con precisión la longitud de un navío. La mayoría no eran de mucha utilidad pero, sin embargo, hubo cierta máquina que sobresalía por su elegancia y por haber sido diseñada por una mujer en una época en la que eso era algo poco menos que inconcebible para la mentalidad occidental.

No es mucho lo que se conoce de la intrépida Janet Taylor, pero lo poco que ha llegado a nuestros días es digno de admiración.1 Se sabe que, a pesar de pertenecer a una familia relativamente humilde, llegó a ser considerada como toda una maestra en el arte de la navegación, contando con una famosa escuela para pilotos y con numerosos libros publicados sobre astronomía, matemáticas y tablas de cálculo, todo ello aplicado a la navegación. En el londinense barrio de Minories, que concentraba a principios del siglo XIX gran número de negocios relacionados con los instrumentos ópticos y mecánicos, tenía su hogar y una tienda de instrumentos de navegación, así como la escuela para marinos. Su primer contacto con la navegación y las matemáticas le vino de su padre, un clérigo y maestro de escuela que fue quien le enseñó todo lo posible sobre ciencia, algo no muy usual por enconces.

La joven Janet contaba unos veinte años cuando se casó con George Taylor, allá por 1830. El tal George era un viudo cuarentón con tres hijos que, para alegría de Janet, trabajaba como profesor de navegación. Vino este hecho a llevar a la joven por el camino de la enseñanza, con acceso a los más novedosos y completos tratados sobre el arte de la orientación, la astronomía y las matemáticas. Aprendió con pasión sobre todo ello y, al poco de cumplir los treinta años decidió abrir su propia escuela para navegantes, así como un gabinete de instrumentos náuticos en Minories. La verdad, tuvo narices, por no decir otra cosa de peor sonido, la apuesta era fuerte, ¿dónde se había visto a una mujer dando lecciones a curtidos marineros que habían recorrido el Imperio de punta a punta? Sí, era chocante, pero parece ser que su labor era tan sobresaliente y sus conocimientos tan asombrosos que ganó pronto fama como maestra excepcional.

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Durante décadas trabajó en su propio negocio, prosperando y ganando fama y respeto. Sus cursos de navegación, astronomía, cálculos y tablas recibieron apoyo oficial. Las guías que publicó se hicieron célebres entre los marineros. Vino entonces a ir más allá diseñando y construyendo una máquina asombrosa que levantó la admiración de sus contemporáneos, aunque no tuvo mucha suerta a la hora de ser comercializada.

A finales del siglo XVIII con la llegada de precisos relojes capaces de ser montados en barcos, el problema de la determinación de la longitud geográfica fue perdiendo importancia. Sin embargo, un reloj preciso era muy caro y no todos los barcos podían permitirse uno. Por eso, los cálculos con cuadrantes basados en la posición del sol, la luna y las estrellas seguían siendo importantes para muchos marineros. Ah pero, el uso de instrumentos astronómicos para calcular de forma precisa la posición de un barco requiere de una gran destreza de cálculo y del empleo de complejas tablas matemáticas. Janet Taylor publicó sus tablas lunares en 1833 en un libro que no tardó en ser recomendado a todos los marinos por la mismísima comisión del Almirantadgo británico. Las tablas de Janet permitían una navegación más precisa con menos cálculos.

Pero, el trabajo que en la tienda de instrumentos ópticos y mecánicos, donde además de vender los aparatos también los reparaba, hizo de Janet una mecánica excepcional. Y, así, tras media vida entre sextantes, telescopios y barómetros, libros de matemáticas y tablas de cálculo, vino al mundo su calculadora para marinos. Era una maravilla que se manejaba con suavidad y con la que se podían realizar con rapidez diversos cálculos de navegación de forma muy precisa. Era el sueño de cualquier navegante, sólo tenía un problema, a saber, se trataba de un instrumento muy sensible poco apropiado para las rudas manos de un marinero. Eso hizo que no tuviera mucha difusión.

El marido de Janet, que fue su apoyo durante muchos años, falleció en 1853. Eso no detuvo sus pasos, continuó con el negocio y la publicación de tablas prácticamente hasta el final de sus días, hacia 1870. Con el tiempo su huella se fue perdiendo, pero no por ello ha de borrarse del todo el recuerdo de una mujer que logró ser reconocida como maestra de navegantes, diseñadora y constructora de instrumentos, así como empresaria de éxito, en una época en la que todo estaba en su contra para lograr llevar a cabo sus sueños con éxito.

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1Véase Mary Brück. Women in Early British and Irish Astronomy.

Imagen de cabecera: Calculadora para marinos de Janet Taylor. Ilustración procedente de su libro The principles of navigation simplified, with luni-solar and horary tables, and their application in nautical astronomy.

Imagen de pie: Cabecera de uno de los cursos de navegación de Janet Taylor.