El ordenador del Doctor Atanasoff

La historia de la informática ya nombra sin dudar, como inventor de la primera computadora digital electrónica, a Atanasoff. Las computadoras electrónicas se diferenciaban de sus predecesoras mecánicas por funcionar a base de electricidad, válvulas y circuitos, no por medio de ruedas dentadas. Se solía considerar que la primera computadora de este tipo fue Colossus, construida por los matemáticos Turing y Newman en 1943, para ayudar al almirantazgo británico a descifrar los códigos de la, teóricamente infalible, máquina enigma de los alemanes, con la que los nazis comunicaban a sus tropas la estrategia de combate en la Segunda Guerra Mundial. Pero antes, entre 1937 y 1942, Atanasoff construyó dos computadores electrónicos. Entre él y su discípulo, Clifford E. Berry pusieron a punto aquellas olvidadas máquinas, llamando a la mayor de ellas ABC, esto es, Atanasoff Berry Computer.

El reconocimiento hacia John no llegó de manos de los científicos o ingenieros, sino a través de una sentencia judicial que, en principio no tenían nada que ver con el matemático inventor. En 1967 surgió un litigio judicial entre dos grandes compañías, la Sperry Rand Corporation y Honeywell. Sperry había adquirido la patente sobre el primitivo computador ENIAC, cobrando derechos de uso para sus circuitos a otras compañías. Al negarse Honeywell a pagar, estalló el conflicto, siendo demandada esta compañía por Sperry. Como contraataque Honeywell alegó que Sperry actuaba de forma monopolística y que, para colmo, estaba utilizando una patente inválida, porque, al preparar su defensa, Sperry encontró referencias a un tal Atanasoff como verdadero inventor del producto en litigio.

El juez ordenó buscar al desconocido Atanasoff, quien declaró sorprendido que no tuvo nada que ver con el diseño de la ENIAC, cosa que era totalmente cierta. Lo que vino después sorprendió aun más al inventor. En el juicio le enseñaron los planos de la ENIAC, descubriendo con pasmo que muchos de sus circuitos se parecían demasiado a los que había diseñado para su máquina ABC. Tras muchos años de litigio entre las dos empresas, el que salió vencedor fue Atanasoff, quien no había demandado a nadie ni tenía interés en el asunto y resultó ser el que había sido realmente perjudicado por las grandes compañías. El juez Earl R. Larson, de Minneapolis, sentenció el 19 de octubre de 1973 que la patente del ENIAC no era válida. La sentencia deja muy claro que los «inventores» del ENIAC, se habían basado, por no decir copiado, en los diseños del olvidado Atanasoff. Pero esto no trajo la fama inmediata para el oscuro inventor, la prensa se encontraba por entonces muy liada con otros temas menos intelectuales, a saber, algo llamado Watergate.

Con el paso de los años ha ido creciendo en el ámbito de la computación la admiración hacia el verdadero inventor del ordenador, siendo reconocido ya como tal. ¿Cómo se le ocurrió a Atanasoff construir un ordenador electrónico? A finales de los años veinte se encontraba realizando su doctorado en física teórica por la Universidad de Madison con una tesis sobre la estructura electrónica del helio. Los cálculos necesarios para este trabajo le llevaron muchos meses muy laboriosos, lo que le llevó a imaginar una máquina para facilitar la tarea. Tras obtener su doctorado, en el año 1930, y conseguir un empleo como profesor de universidad, Atanasoff no olvidó su idea y se puso a trabajar seriamente sobre ella. Siete años más tarde ya había diseñado los esquemas de su máquina, separando la memoria de las funciones de cálculo y determinando que el cómputo sería digital y no analógico. Pero sus tentativas para crear un sistema de cálculo realmente funcional para su máquina no llegaban a ninguna parte. Un día, totalmente bloqueado mentalmente, decidió salir de su laboratorio y tomar el coche para despejarse, circuló durante unos 300 kilómetros. En medio de un frío espantoso se detuvo para tomar unas copas en un bar muy iluminado. Curiosamente en ese lugar, puede que por el alcohol, el cerebro se le iluminó como el mismo bar. Decidió no utilizar conmutadores mecánicos, como hacían las calculadoras de entonces, sino conmutadores electrónicos, jamás usados hasta ese día para labores de computación. Decidió también utilizar los números binarios, operados según las leyes de la lógica, para programar la máquina. Las dos decisiones fueron genialmente acertadas.

Alcanzada la iluminación, Atanasoff retomó su coche y volvió a casa totalmente calmado. Las ideas surgidas en medio de un bar de carretera durante una desapacible noche, en el interior de una mente inquieta, siguen con vida dentro de nuestros ordenadores, que continúan funcionando por medio de circuitos electrónicos y números binarios.

El Ordenador ABC
ABC
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Atanasoff y Berry tenían construida casi totalmente su computadora ABC cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Este hecho les apartó de la informática, trasladando al inventor a trabajar a un laboratorio para la Marina de los Estado Unidos. Atanasoff no tuvo tiempo en medio de los complejos eventos mundiales de presentar su computadora, lo que le hubiera reportado apoyo y financiación pública. La ABC fue olvidada por completo y su rastro se perdió, dedicándose su diseñador a otros asuntos, hasta que surgió lo del juicio de Rand contra Honeywell. Pero, si el tema se perdió en el tiempo, ¿porqué influyó Atanasoff decisivamente en el desarrollo de las computadoras modernas?

La respuesta es muy simple y se encuentra en un hombre y una máquina: Mauchly y la ENIAC. Esta computadora fue la primera para usos generales y fue ideada por los ingenieros Eckert y el ya citado Mauchly. Era un monstruo mucho mayor que la ABC y mucho más rápido, con muchas ventajas sobre el ordenador «casero» de Atanasoff. Pero bajo su imponente aspecto resultó que los circuitos se basaron en las ideas extraídas de la pequeña ABC. En mayo de 1941 Atanasoff escribió a Mauchly, a la sazón en el MIT. Poco tiempo después se conocieron personalmente y el inventor enseñó al ingeniero los entresijos del ABC, pues el MIT estaba diseñando una nueva computadora para el ejército. Atanasoff entró en contacto con el MIT con la esperanza de trabajar con ellos para el desarrollo de la nueva máquina. En cambio se olvidaron de él, alumbrando cuatro años después a la ENIAC, sin mencionar siquiera al hombre que proporcionó las ideas básicas de para su concepción. A Atanasoff se le hizo creer que la ENIAC se basaba en conceptos muy anteriores a su querida ABC. En medio de la guerra, con sus ideas para crear una empresa de ingeniería, cosa que llevó a cabo después de la contienda, y el éxito de la ENIAC, a Atanasoff ni se le ocurrió patentar sus circuitos. Grave error, pues hubiera sido una de las patentes más importantes y lucrativas de la historia de la humanidad.


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