Blanco paracaídas

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Fuente: Chemical Heritage Foundation.

La fotografía, de 1947, nos muestra a Patricia Ann Smith, vistiendo su traje de novia, que ella misma confeccionó. Si nos fijamos bien en el vestido, veremos que no se aleja de lo común en la época, pero guardaba una peculiaridad que lo hacía especial. A Patricia, comprar el material para dar forma a su vestido apenas le costó unos pocos dólares. Hoy, este vestido está destinado a formar parte del museo de la Chemical Heritage Foundation, en Filadelfia. ¿Y qué gracia tiene el dichoso traje? Para entenderlo, habrá que mirar un poco hacia atrás en la historia de la química.

El material citado es naylon o, mejor dicho, nailon, pues en castellano ésta es su forma aceptada. Originalmente, las piezas de «tela» sintética de nailon empleadas para realizar este traje, y muchos otros, no fueron fabricadas para vestir, sino que su destino se encontraba en una función menos agradable. Cuando Japón se hizo con el control de gran parte de China, y la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de comenzar, los paracaídas fabricados para el ejército de los Estados Unidos, tal como sucedía en otros países, se realizaban con seda procedente de oriente. El conflicto con Japón cortó el flujo de seda hacia América. ¿Cómo fabricar paracaídas en esas condiciones? Aquí es donde la química industrial, como tantas otras veces, aportó la solución. La compañía DuPont fue quien propuso el empleo del nailon como substituto de la seda para fabricar paracaídas y otro tipo de material militar.

El nailon es un polímero de grupo de las poliamidas patentado originalmente por Wallace Carothers a mediados de los años 30 del pasado siglo. El nuevo material sorprendió por sus características. Como fibra es excepcional, no se arruga, es elástica y muy resistente, así que, cuando la Du Pont decidió dar salida comercial al invento, en forma de todo tipo de prendas de vestir, sobre todo medias para mujeres, se despertó la locura. Por fin un producto barato y resistente podía competir con las fibras naturales, sobre todo la seda. La alegría duró poco y las medias de nailon se convirtieron pronto en un objeto de deseo no disponible en tiendas. La razón de ello hay que encontrarla en los paracaídas y otros materiales de guerra. Con el conflicto en marcha y sin seda en los almacenes, casi todo el nailon producido por Du Pont pasó a destinarse a la fabricación de paracaídas, dejándose las medias para mejores tiempos. Fue una empleada de una fábrica de paracaídas, Adelaide Gray, que había sido en sus tiempos mozos aventurera en un circo aéreo, quien probó por primera vez un paracaídas fabricado con nailon, con gran éxito.

Terminada la guerra, las fábricas de paracaídas se encontraron con que sus almacenes se encontraban repletos de nailon. ¿Para qué podría emplearse? Aunque ideado y cortado para dar forma a paracaídas, durante años los excedentes de nailon pasaron a formar parte del ajuar de muchas mujeres, como la feliz Patricia, que encontró en el nailon de paracaídas el material ideal para su vestido de boda. Así, antes de la llegada de la era de las fibras sintéticas, muchas prendas femeninas fueron confeccionadas con tela de paracaídas, fabricada con nailon, como el ejemplo que aparece en la siguiente imagen.

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Fuente: Chemical Heritage Foundation.