Tres escenas sobre tesoros marinos. ACTO III – El mayor tesoro de todos

Como bien recordarán algunos lectores de TecOb, en las últimas semanas publiqué las dos primeras entregas de este pequeño grupo de artículos sobre tesoros marinos. Hoy, toca la tercera parte, completamente diferente a las demás, porque no trata sobre piratas ni barcos hundidos. Hagamos un poco de memoria. En la primera parte nos visitó la aventura de la Batalla de Rande. Más tarde, el infortunado pirata Levasseur nos lanzó su enigmático criptograma desde el cadalso. Hoy toca mencionar, aunque sea de forma escueta, al mayor tesoro de todos, mucho más que todo el oro y la plata que pueda existir en las frías bodegas de galeones fenecidos en todos los mares, más importante que las reservas de petróleo y gas que puedan morar bajo las aguas. ¿De qué podrá tratarse?

El tesoro no consiste más que en una cantidad inconcebible de pequeñas esferitas dispersas por el fondo oceánico, de aspecto tan vulgar como esta muestra de conchas carbonatadas y nódulos polimetálicos que podemos contemplar en esta fotografía del Centro Oceanográfico de Málaga.

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¿A que no parece gran cosa? Visto así no, pero cuando se entiende qué son los nódulos polimetálicos, se conoce su composición y se sabe cómo están distribuidos en los océanos, la cosa cambia mucho. Ahora mismo se está desarrollando una carrera, bastante silenciosa, por parte de armadores, compañías mineras y empresas similares para explotar las ingentes cantidades de nódulos polimetálicos de todo el planeta. Hay problemas técnicos y de legislación que todavía impiden que la aventura comience a gran escala, pero cuando se hayan superado, todo hace pensar que la fiebre por los nódulos será histórica. A una gran profundidad, casi siempre por debajo de los 3.000 metros, habitan grandes cantidades de esferas compuestas por diversos metales. Hace más de un siglo que se sabe de su existencia y, aunque todavía no se conoce con exactitud su proceso de formación, las muestras analizadas de diversas partes del planeta indican que su composición es sorprendente, porque contienen grandes cantidades de manganeso, de ahí que fueran conocidos a veces como nódulos de manganeso, además de muchos otros metales de gran importancia, como cobalto, hierro, níquel o cobre. Mientras los precios de estas materias primas, que alimentan entre otras a la industria del acero, se han mantenido más o menos bajos y las reservas en minas terrestres han podido responder a la demanda, pocos han pensado en serio en desarrollar la tecnología minera para extraer nódulos polimetálicos de los abismos marinos.

La situación está cambiando, los precios de los metales han mostrado en los últimos años tendencias preocupantes y, además, las reservas en tierra no serán eternas, de hecho, dentro de varias décadas las minas continentales dejarán de ser rentables por falta de material susceptible de ser extraído. Con todo esto se dibuja un escenario para mediados del siglo XXI en el que gigantescos barcos factoría, capaces de procesar nódulos polimetálicos en sus entrañas, captarán por medio de sondas robot el preciado tesoro de las profundidades, destinado a las industrias de todo el planeta.

Más información:

  • Revista Brasileira de Geofísica – A global review of non-living resources on the extended continental shelf
  • Ifremer – Polymetallic Nodules